lunes, 1 de junio de 2009

Conociéndonos

ANGELA
Noemía Angélic GONZALEZ nació el 10 de febrero de 1934 en Villa Lía Pdo de San Antonio de Areco, reside en Zárate. INtegrante de la S.A.D.E socia de Campana Amanecer Literario, Miembro actual de C.D de S.A.DE Presidente interina 2006. Primer puesto local en torneos bonaerenses con poema gauchesco "Leyenda de amor" 2004. Mención especial en Concurso Literario Manuel Mujica Lainez con su poema "Sensaciones" 1990. Coparticipó accediendo por concurso en "Antología poética" Ed. Nubla (1997 en Temperley) Participó en Antologías de C.A.L con "Ronda de palabras" 1998 y "Seremos más" 1998 y Antología 10 Aniversario 2005

Su frase:
"Ser feliz cuando más podemos serlo si formásemos como meta para ello disfrutar de los hechos mas bellos de la vida"

Los invito a leer "NOstalgias" su obra:

Cierro los ojos y aún después de tanto tiempo percibo esos olores que acompañaron mi infancia.
Esa infancia libre sin tapiales ni cercas, donde podías disfrutar todo, hasta donde alcanzara la mirada, donde el horizonte era el límite donde nunca se llegaba.
Por las noches las estrellas estaban casi, casi al alcance de las manos, rodeando la gran luna de plata.
Los olores de mi infancia ¡como olvidarlos! ¡cuantos! bullen en mi sangre todavía, la fragancia de los azahares, el olor a la alfalfa recién cortada, era como embriagarse de su verdor, olor a la tierra mojada después de un tiempo de sequía, a leche recién ordeñada, las rosas y azucenas que perfumaban el aire, en las tranquias noches de verano y cuantos cuantos más.
Después, siempre hay un después marcando los destinos, una cortina que corta el ensueño y te trae a la realidad. Fue cuando mi papi me dijo: -hay que dejar el campo, aquí no pasa nada-
-¿como que no pasa nada? -dije -¿y el corderito que nació el otro día? ¿y los pollitos y la bataraza? y el alazán que se compró?. a los grandes nada les alcanza pensé.
¡Mis inocentes ochenta años! yo era feliz con esa rústica manera de vivir, con el universo que me rodeaba.
Vinimos a la ciudad y todo cambió, no más el arroyo cristalino, donde nos bañábamos en los calurosos días de verano, no más los olores a campo, a pinos, ni la luna de plata, ni el sol de oro, no más la libertad.
Y me acostumbré, me acostumbré a esta carcel de cemento que es la ciudad.

Angela
16/08/05

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